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Análisis de The Outer Worlds: Un paso hacia adelante a nivel cósmico en el mundo de los RPG-Shooter

Análisis de The Outer Worlds: Un paso hacia adelante a nivel cósmico en el mundo de los RPG-Shooter
Daniel Caceres

Daniel Caceres

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Actualización del 04/06/2020: Este análisis se publicó originalmente el 30 de octubre de 2019 para analizar la versión de The Outer Worlds para PC, PS4 y Xbox One. Volvemos a colgar esta reseña en motivo del lanzamiento del port para Nintendo Switch. Hemos añadido párrafos dedicados a esta versión para que decidas cuál comprar.

Las leyes no-escritas que tengo grabadas en el alma sobre no vender secretos ni hacer trapicheos ilegales me han vuelto a meter en un lío. Oh, sí, podría haberle vendido a la comerciante de información los datos sobre el extraño experimento que los científicos de Tita Cleo estaban realizando en Terra-2, pero no me lo hubiera perdonado. Así que me he quedado sin las coordenadas para llegar a Bahía Estelar, y ahora tengo que cruzar todo el planeta Monarch a pie desde la otra punta.

Por el camino me aguardan mantis religiosas gigantes, pozos de ácido, moradores apostados en edificios abandonados… Podría haber reclutado a algunas de las extrañas personas que me han pedido formar parte de mi nave. Pero soy un francotirador solitario. No me gusta la gente. Te acaba traicionando. Así que me toca cruzar mini-infiernos infestados por monstruos usando mi sigilo, la hierba alta… disparando solo cuando estoy seguro de que no atraeré a toda una jauría de criaturas escupe-ácido.

Cuando llego a uno de los puentes que conduce a Bahía Estelar, sonrío con aspereza. El primer “estelarense” que intenta hablarme sobre un asesinato recibe una dosis de mi sarcasmo acumulado. Pero acabo aceptando resolver el misterio. Sé que mis métodos no gustarán, pero es lo que hay.

La flexibilidad de The Outer Worlds, el nuevo RPG-Shooter de Obsidian, logró que en mi primera partida, donde encarnaba a un francotirador solitario y con un extraño sentido del bien y del mal, llegara a Bahía Estelar a mi manera, forjando mi propia senda a partir de mis victorias y fracasos en misiones anteriores. En mi segunda partida, donde encarnaba a un despiadado maestro de la retórica y del engaño, vendí literalmente a mi protector a los villanos del juego, ahorrándome un montón de pasos y permitiéndome llegar a esa ciudad en otras circunstancias.

The Outer Worlds está plagado de estos momentos, de situaciones que has creado tú con tus decisiones, tanto conscientes como inconscientes. El nivel de reactividad del juego no tiene precedentes en su sub-género, y eso se debe en parte a que Obsidian es la maestra de la causa-consecuencia y al acierto de apostar por un mundo reducido si lo comparamos con otros rivales, como Fallout 4.

Nos encontramos ante un juego compuesto por una serie de hubs abiertas, cierto, pero muy definidas. Por un lado, esta decisión garantiza un buen nivel de densidad de contenido; no tardas mucho en encontrar algo interesante, una pista, un nuevo personaje, una “mazmorra”. Por otro lado, el tamaño relativamente ha permitido a Obsidian tener pleno control de todos los elementos y variables disponibles para el jugador. Se ha tenido en cuenta casi todas las posibilidades. ¿Quieres acabar con todos los habitantes de un pueblo pre-fabricado? Adelante, hazlo. ¿Quieres jugar sin conocer a ninguno de los posibles acompañantes? Puedes hacerlo; no llegarás a cuellos de botella o a batallas imposibles.

Algunas encrucijadas son menos obvias que otras. Hay planetas que directamente no podrás visitar según cómo actúes al inicio, misiones a las que no podrás acceder si decides enemistarte con cierta facción… Si eres de los que disfrutan al sentirte al mando de la historia, en The Outer Worlds te lo pasarás en grande.

Y hablando de historia, esta tiene mucho que decirnos sobre dónde puede llevarnos el capitalismo. Tu personaje formaba parte de la tripulación de la Esperanza, una nave que contenía genios o pensadores que llevarían el colonialismo galáctico a una nueva era. Pero la nave se pierde, sus pasajeros son dados por muertos. Como consecuencia, el colonialismo especial es básicamente impulsado por corporaciones, accionistas… hasta el punto que, en el presente del juego, casi todo el mundo está vinculado a una de estas empresas, y sus correspondientes biblias y religiones son sus eslóganes. Un científico chiflado que está harto de la situación encuentra la Esperanza y te reanima. Te propone ayudarle a encontrar los materiales necesarios para rescatar al resto de la Esperanza… ahora bien, tú decides qué hacer al final.

La premisa convierte a tu personaje en una tabula rasa para que lo personalices como quieras al inicio de la partida. No hay respuestas incorrectas. Sube todo lo posible sus habilidades dialécticas y sus capacidades de liderazgo para que, en caso de no poder evitar combatir gracias a su labia, pueda dar órdenes a sus compañeros. O convierte a tu personaje en el maestro de las armas pesadas, con una inteligencia pésima.

Un gran acierto de The Outer Worlds (¡otro más!) es su sistema de desbloqueo de ventajas. Con cada 20 puntos invertidos en una habilidad, consigues una ventaja. Pues bien, las más importantes suelen estar al principio, en los 20-40 puntos. De esta forma no tienes que esperar hasta el final del juego para disfrutar de un personaje especializado.

La historia, las misiones, los personajes… todos los elementos de The Outer Worlds desprenden una jugosa ironía y parodia del mundo actual que logró mantenerme sonriente todo el rato y me incentivó a hablar con todo el mundo, a explorarlo todo. Hay mucho mimo y cuidado que dan para una franquicia repleta de entregas y spin-off.

No se nota que nos encontramos ante un juego AA hasta bien avanzada la partida. Por ejemplo, uno de los problemas de The Outer Worlds es la falta de variedad en cuanto a armas, equipo y objetos en general. En mi primera partida, donde me especialicé en armas largas, me pasé las 10 primeras horas con las primeras armas que encontré, solo que actualizándolas para que fueran más fuertes. No fue hasta dos planetas más adelante que empecé a encontrar armas de “segunda versión”. El juego esconde muchas armas tecnológicas, equivalentes a armas legendarias, pero casi todas han sido creadas para un personaje más pistolero.

El problema de la poca variedad de armas se podría haber paliado con un flexible sistema de modificaciones, al estilo Fallout 4. De nuevo, hay poca variedad en cuanto a modificadores y las armas tienen pocas ranuras de modificación, así que la personalización es escasa.

Finalmente, la segunda mitad de The Outer Worlds necesitaba presentar tipos de enemigos diferentes. A nivel visual sí que hay variedad, pero al final todos los enemigos humanos se dedican a disparar, la mayoría de los monstruos escupen bolas de daño desde la distancia hasta que pueden embestirte… La gran excepción son los robots o los enemigos mecanizados, cuyos diferentes puntos débiles dinamizan las batallas. Cuando viajaba a nuevos planetas, me esperaba encontrarme con criaturas que usaran nuevas tácticas. Por suerte, estos inconvenientes solo se traducen en momentos contados de tedio, o de sensación de repetición.

El genial diseño de los mapas y de las “mazmorras” sirve de tremendo contrapunto a estos problemas. Cada zona del juego, por pequeña que sea, ha sido creada para adaptar cualquier estilo de juego.  Los especialistas en cuerpo a cuerpo tienen callejones para poder “administrar” la llegada de los enemigos; los especialistas en evasión tienen zonas abiertas donde dar saltos y esquivar; los francotiradores siempre tienen un tejado o una colina cercana; los sigilosos tienen hierba, esquinas, escondites…

Ya que estamos con el diseño, la versión de The Outer World para Nintendo Switch logra adaptar los geniales gráficos originales en su pequeña pantalla. Sí, las texturas son un tanto borrosas en los exteriores, pero es un sacrificio esperable. Pese a este detalle (que es muy posible que mejore con un parche previsto para el día de lanzamiento), The Outer World luce de maravilla en Switch. Las partidas son fluidas, no hay ralentizaciones… Aquí ha habido un excelente trabajo de adaptación que me recuerda al port de The Witcher 3.

Otro elemento que garantiza que las batallas sean tan tácticas como interesantes es la mecánica llamada Dilatación Táctica del Tiempo. Como efecto colateral de tu despertar, puedes ralentizar el tiempo durante un tiempo limitado. En este modo, no solo tienes mayor facilidad para apuntar o para esquivar, sino que además dañar a un enemigo en ciertas partes de su cuerpo le aplicará ciertas desventajas. Dispara al brazo de un francotirador y no podrá dispararte durante un tiempo; dispara a las piernas de un lagarto que va directo a por ti y se quedarán en el suelo durante un rato.

Prefiero el DTT a su clara inspiración, el sistema V.A.T.S. de Fallout. Es mucho más dinámico y premia el adaptarse a la situación. Ralentizas el tiempo, derribas con la escopeta al líder de la banda enemiga. Mientras este no puede dañarte, ciegas a su mascota-escupe ácido. El DDT se recarga mientras buscas un lugar elevado, evadiendo lo posible, y acabas con una racha de muertes ralentizadas con tu rifle. Y a saber qué puede ocurrirte a continuación. La clave es que con DDT puedes moverte, cambiar de arma… y el efecto contra los enemigos es inmediato y tangible.

Los compañeros opcionales también añaden dinamismo a las batallas. En juegos similares, acabo relegando a mis compañeros a meras mulas de carga, ya que sus habilidades quedan muy por debajo del nivel de dificultad. En The Outer Worlds, puedes personalizar a tus camaradas, y estos cuentan con habilidades especiales que te sacarán de más de un problema. Y, por supuesto, vienen acompañados de misiones secundarias la mar de complejas.

¿Cómo funciona el combate en Nintendo Switch? ¿Cómo se controla? De maravilla tanto desde la tele como desde la pantalla misma de la consola. Tenía mis dudas con respecto a esta última opción, debido a que The Outer World es un juego de rol de acción, así que es necesario tener un buen sistema de apuntado. La versión para Switch la tiene. Es fácil dar a los enemigos en sus puntos débiles. Asimismo, el resto de controles (DDT, la cura rápida, dar órdenes a los aliados…) se ha adaptado de forma excelente a la consola híbrida de Nintendo.

¿Y qué hay de los bugs? La “tradición” asocia Obsidian con problemas de todo tipo. Pues bien, más buenas noticias: en las 25 horas de la primera partida y 10 de la segunda, no me he topado con ningún problema de ningún tipo. Las misiones se han desarrollado de forma correcta, los objetos se han quedado donde estaban y a ningún personaje le ha dado por atravesar paredes.

Lo mismo puedo decir de la versión para Nintendo Switch. En la partida de ocho horas para probar que el port es una buena adaptación, no han habido bugs extraños o errores repentinos. Todo ha ido de maravilla.

Me he dejado pequeños grandes aciertos en el tintero, como el sistema de desventajas (genial para una partida de roleo 100%), el verticalismo de muchas zonas (mira siempre arriba: nunca sabes dónde se puede encontrar un secreto), o la dificultad Supernova, que te obliga a exprimir al máximo todos los sistemas del juego. Y seguro que encontraré misiones, zonas o personajes nuevos en futuras partidas.

Tenía grandes expectativas con The Outer Worlds. Como ya habrás deducido, las ha superado con creces. Su meticulosidad en el diseño de los mapas, la cantidad de variables y posibilidades, el dinamismo de su combate… Lo nuevo de Obsidian ha avanzado al fin el subgénero del RPG-Shooter, y me muero de ganas de probar todos caminos y tipos de protagonista posibles… hasta que esta desarrolladora vuelva a sorprenderme con su próxima maravilla, claro está. Tanto si te apetece probarlo en consolas “grandes” como en Switch, The Outer World te ofrecerá horas y horas de diversión, experimentación e historias espontáneas.

Daniel Caceres

Daniel Caceres

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